jueves, 20 de marzo de 2014

Refrescos...¿artesanales?

¿Cansados de bajar en medio de la tarde a por una botella de Coca-Cola al chino de la esquina? ¿Acaso no sería más cómodo poder preparar nuestros propios refrescos sin necesidad de ponernos unas deportivas y bajar en pijama a la calle?

Pues bien, hace un par de semanas mientras estaba esperando a que se me cargase un video de Youtube, uno de esos (molestos) spots publicitarios me asaltó, y como no podía quitarlo hasta que no pasaran los (eternos y malditos) 15 segundos decidí ver por completo el anuncio.
Curiosamente no era un anuncio de coches o de videojuegos como tan acostumbrados nos tienen, sino de refrescos, pero lo gracioso es que ni Coca-Cola, ni Pepsi, ni Schweppes eran los protagonistas de nuestro spot. 
 Pero entonces… ¿quién era el responsable de este anuncio si las grandes compañías no lo habían producido?

 
SodaStream, señoras y señores, una nueva marca de “refrescos” que permite a través de una sencilla y estruendosa máquina preparar bebidas refrescantes al más puro estilo de restaurante americano.
Su funcionamiento tal y como habéis visto en el video es bastante sencillo: Tan sólo es necesario llenar una botella con agua corriente, introducirla en nuestro mágico chisme y apretar un par de veces hasta que nuestra agua quede completamente gasificada.
Posteriormente añadimos el sirope del refresco que más nos apetezca (incluso para los amantes de "las cero calorias" tenéis Coca-Cola Light y Zero), lo enfriamos en la nevera un par de horas y voilá ! A disfrutar de nuestro refresco "artesanal".

¿Qué os parece la idea? ¿Os animaríais a probarlo en vuestras casas o seguiréis siendo fiel a los refescos de Coca-Cola Company o Pepsi? 

martes, 11 de marzo de 2014

11-M: Ni olvido, ni perdón.

Antes de comenzar a escribir esta nueva entrada me gustaría recordar a casi las 200 personas que, desgraciada e injustamente, perdieron la vida hace 10 años en el peor atentado terrorista de la historia de nuestro país.
Con esta entrada no pretendo recrear los hechos que todos conocemos sobre el 11M, sino contar cómo, personalmente, viví ese día rodeado de mi familia y compañeros de clase.

Por aquel entonces tenía apenas 11 años y estaba casi a punto de acabar sexto de primaria.  El 10 de marzo, como de costumbre, me fui a dormir a eso de las 22:30 con todos los deberes hechos para el día siguiente, sin ser consciente de lo que iba a suceder horas más tarde...

Eran las 7:55 de la mañana del 11 de marzo de 2004 y mi padre, como habitualmente, me despertó para desayunar. Sin embargo, esta vez no lo hizo con la típica frase de todos los días...esta vez era diferente: "David, despierta que hoy es un día negro para Madrid".
- "¿Día negro?, ¿Está lloviendo?, le pregunté todavía medio dormido y sin  ser consciente de la situación.
- "No, no es eso...han explotado varios trenes en Atocha, dicen que puede ser un atentado"
Nada más escuchar esta frase salté de la cama (literalmente) y mi primera reacción fue ir corriendo al salón para ver lo que estaban contando en la televisión.


Minutos más tarde me percaté de que varios compañeros de clase cogían siempre a esa hora el tren para bajarse en Embajadores, y que antes de llegar a esa estación pasaban por Atocha...
- "¿El hijo del policía no va en Renfe, David?, me preguntó mi madre.
- "Claro, Juanjo siempre va en Renfe, coge el tren en Méndez Álvaro todas las mañanas....¿Estará bien? ¿Le habrá pasado algo?

A partir de ese momento el miedo, la impotencia y la inseguridad me empezó a invadir por todo el cuerpo...
Acto seguido, mi padre me llevó al colegio en el coche , pero recuerdo que casi tardamos el doble en llegar por el atasco que había en la zona de Embajadores...

Nada más llegar a clase, me percaté de que todas las personas que iban en Renfe aún no habían llegado, y Santi (nuestro tutor) nos empezó a tranquilizar, cuando de repente la puerta se abrió y entró María, una de mis compañeras de clase que vivía en Las Águilas...todos empezamos a aplaudir y nos acercamos a darla un abrazo... fue un momento eufórico para todos.

Una hora más tarde, Juanjo, el chico por el que habían preguntado mis padres entró a clase y se volvió a repetir la misma reacción que con María, por fin estábamos todos en clase como siempre, y el miedo poco a poco fue desapareciendo.

Por la tarde, después de salir del colegio me acuerdo que me fui a la tienda de fotos de mis padres (donde siempre estudiaba), y a eso de las 8, escuchamos que habían dado un aviso de bomba en la gasolinera que estaba a 2 calles de nuestra tienda...aunque creo recordar que al final no pasó nada, que simplemente fue un bulo que recorrió el barrio.

Nada más llegar a casa pusimos el telediario y vimos cómo habían quedado los trenes tras las explosiones, así como la cantidad de gente herida que había en las vías del tren...aunque nosotros ya habíamos visto esas imágenes, ya que en la tienda de fotos varias personas (creo que eran periodistas) fueron a revelar el carrete, por lo que las impactantes imágenes del telediario no nos pillaron por sorpresa.
Después de cenar, me fui a dormir un poco más tarde de lo habitual y pensando en todo lo que había pasado en esas 24 horas...aún no daba crédito de cómo las personas podían llegar a ser tan crueles matando, sin discriminación alguna, a familias, hijos, padres, amigos o conocidos...

Esta es mi historia y mis recuerdos sobre aquel fatídico 11 de marzo de 2004...y tú ¿Dónde te encontrabas ese día? ¿Conocías a alguien (como en mi caso) que pudiese haber ido en alguno de los trenes?

Como veis, habrá pasado una década de este atentado que se cobró la vida de 192 personas, pero Madrid y yo personalmente no olvidaremos  ni perdonaremos jamás lo ocurrido.

domingo, 2 de marzo de 2014

“…Y si ¿érase una vez un mundo sin estrellas?”


Con esta frase da comienzo “Cuento de invierno”, una película dirigida por el mundialmente conocido Akiva Goldsman, quien, a través del film que hoy os presento ha tenido la oportunidad de dar el gran salto de ser un simple y reconocido guionista a un director cinematográfico. 

La película, basada en la novela de Mark Helprin, nos transporta al Nueva York de 1890, en donde una familia con tuberculosis pulmonar se ve obligada a regresar a su país de origen teniendo que abandonar a su hijo a merced de la suerte en la bahía de Nueva York.
Años más tarde, el protagonista de nuestra historia deja de ser un inocente bebé para convertirse en un reconocido y temido ladrón, quien fortuitamente termina asaltando la casa equivocada cambiando radicalmente su visión del mundo.

 - “¿Qué haces aquí y por qué llevas un arma?”, le pregunta la mujer mientras deja de tocar el piano.

- “He venido a robar, o al menos esa era mi intención…”, responde tímidamente nuestro protagonista.

-“Y… ¿sigue siendo esa tu intención?, pregunta apaciguadamente la mujer.

-“No…ya no”

-“Pues entonces déjeme que al menos le invite a una taza de té”


A partir de este momento y tras 20 minutos de película comienza nuestra bonita (y trágica) historia de amor, donde nuestros protagonistas debido a las circunstancias (que no desvelaré en este artículo) comienzan a conocerse y a enamorarse mutuamente hasta que la enferma y joven Beverly nos abandona… ¿para siempre?

Amor, conflictos, esperanza y milagros son los ingredientes principales de nuestro film que mezclados con un poco de lentitud y con casi 120 minutos de duración nos da como resultado “Cuento de decepción”, porque esa es la realidad, damas y caballeros: Las expectativas que uno tiene cuando va al cine a ver esta película tras haber visionado el trailer previamente son bastante altas, sin embargo a medida que los minutos van pasando lenta y dolorosamente por la sala del cine te das cuenta que dentro de ese precioso y delicado envoltorio se esconde una diminuta pepita de chocolate marca Día.

En definitiva, una película que “intento serlo y se quedó en el intento”, y que cuya valoración no supera el aprobado.