“El sistema político español se caracteriza por ser
pendular”, de ésta forma uno de mis profesores de Ciencias Políticas nos
explicaba las deficiencias de nuestro sistema político, y es que resulta que a
partir de la década de los 90 se inicia en España una etapa de vaivenes
políticos caracterizados por la alternancia gubernamental de los dos grandes
partidos (PP y PSOE).
A simple vista, la mayoría de nosotros pensaríamos que esta
alternancia es buena para cualquier tipo de democracia, ya que se garantiza la
diversidad política e ideológica del conjunto de los españoles, pero…
¿realmente el cambio de color en el gobierno ayuda a la estabilidad
económico-político-social del país?
En mis 21 años de vida he experimentado ya unas 3 reformas
educativas: LOGSE, LOCE y LOE, cada una
de ellas caracterizada por ciertos matices partidistas y tachadas por la
oposición de ser sectoriales e incluso transmisoras de una ideología
determinada, sin embargo la realidad es que la calidad educativa en España deja
mucho que desear, y es que nos encontramos en la cola de Europa en cuanto a
nivel educativo se trata.
El constante cambio de color en el gobierno, producido de
media cada 7 años, hace que España sea incapaz de poder implementar políticas
públicas decisorias en materias tan importantes como educación o sanidad,
provocando una desorientación y confusión a los ciudadanos, quienes al fin y al
cabo son los usuarios de cada uno de los servicios prestados por la
administración:
Hemos pasado en menos de 20 años de una ley educativa que
“favorecía” a los colegios e institutos concertados-privados, a la actual ley
en vigor (LOE) donde la incorporación al curriculum del alumnado de asignaturas
como “Ecuación para la ciudadanía” trajo en su momento mucha controversia
dentro y fuera del parlamento español: “¿Por qué hay que adoctrinar a los niños
con valores como el matrimonio homosexual, la igualdad de oportunidades o la
libertad de expresión?” protestaban colectivos de padres y asociaciones
religiosas hace unos 4 años, pues bien yo a día de hoy re-formulo la pregunta a
la inversa: “¿Por qué hay que adoctrinar a los niños en valores como los que
transmite la religión católica (pese a que se puedan llegar a considerar como "buenos") en los colegios públicos si estamos en un estado aconfesional?”
El caso es que los constantes y radicales cambios en el
gobierno sólo han traído repercusiones negativas y una inestabilidad sistemática,
por lo que el método de rivalidad partidista que se produce entre el que
ostenta el poder y la oposición provoca que no exista un consenso necesario
para la estabilidad, en este caso, educativa.
“¿Es necesaria una reforma en el sistema educativo?” se
preguntan muchos, y la respuesta resulta ser positiva, que sí, que es necesario
introducir un nuevo sistema que permita que la calidad de la enseñanza pública,
en cualquiera de sus niveles, aumente considerablemente: Altas tasas de fracaso
escolar, abandono de la educación elemental a edades muy tempranas, falta de
formación en muchas universidades, elitización de los posgrados universitarios,
y un largo etc son algunos de los problemas en materia educativa.
En conclusión, da igual cómo llamemos a las reformas
educativas: LOMCE, LOE o “PERICO”, siempre y cuando el problema siga siendo el
mismo: Falta de acuerdo por parte de los parlamentarios españoles ante un
problema más grave de lo que a simple vista puede parecer: Nuestro sistema
educativo.
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